En los últimos meses se han sucedido los incidentes violentos en el Karabaj, lo que ha llevado a la OSCE a advertir sobre el posible estallido de un conflicto y a llamar a la calma a ambos países.
Hoy mismo el presidente de Azerbaiyán, Ilham Alíev, advirtió que Bakú no renuncia al uso de la fuerza para recuperar el Karabaj durante una reunión con veteranos e inválidos de la guerra con Armenia.
"Queremos solucionar ese asunto por la senda negociadora, pero si este asunto no se arregla con el diálogo, tendremos que recurrir a la vía militar. Es nuestro derecho soberano. Nadie nos lo puede quitar", apuntó, citado por la televisión pública.
Alíev se mostró "convencido de que la integridad territorial del país será restablecida, los refugiados regresarán a su tierra y la justicia reinará".

"La comunidad internacional está de nuestro lado, ya que reconoce que Nagorno Karabaj es parte integral de Azerbaiyán. El apoyo que se muestra a Azerbaiyán en las organizaciones internacionales, incluida la ONU, es un respaldo a nuestras políticas y posturas en relación al conflicto", comentó Alíev.
El presidente de Azerbaiyán ha multiplicado el presupuesto dedicado a defensa desde su llegada al poder en 2003, en un intento de demostrar a la vecina Armenia que Bakú no renunciará a la recuperación del enclave de Karabaj.
Los dirigentes de Armenia y Azerbaiyán se reunieron en varias ocasiones en los últimos tiempos con mediación de Rusia para tratar de resolver el conflicto, el primero que estalló entre dos repúblicas soviéticas.

Sin embargo, las diferencias entre ambas partes siguen siendo muy grandes, ya que Azerbaiyán exige la retirada incondicional de las tropas armenias, que junto con el enclave ocupan un tercio de su territorio, y su sustitución por fuerzas de pacificación, para conceder una amplia autonomía a Karabaj.
Por su parte, Armenia defiende el derecho a la autodeterminación del territorio y vincula su estatus definitivo a la celebración de un referéndum interno, que no incluiría a los desplazados azerbaiyanos.